¡QUEDADAS ROSA!

¿Qué decir de las “quedadas rosa”?

Llegaron con un soplo de aire fresco y lluvia de primavera. Llegaron con miedo y se han quedado con valentía y sonrisas.

Las quedadas abrieron, en su día, nuevas expectativas, nuevas ilusiones. Pero, ante todo, quedó claro, muy claro, que las chicas de Medina, las chicas rosa, tienen fuerza, garra, coraje. Son luchadoras.

El único propósito de las quedadas era y sigue siendo la superación personal, el lograr llegar a nuestra carrera con alegría y cruzar la meta. Pero no solo ese día, ya que la meta la cruzan en cada entrenamiento. Es algo más que una meta física. Es un querer y poder. Querer superar el primer minuto de carrera. La ansiedad de no saber si podré seguir. Si las piernas y la maldita fatiga me dejarán abrir la puerta de mi pequeña victoria.

Lucha, esfuerzo, sonrisas, risas, carcajadas, lágrimas, suspiros. Manos fuertes que con un simple roce en la espalda te hacen avanzar, seguir tu camino. Un camino de ida y vuelta. Un aplauso de ánimo. Ojos que te esperan. Sonrisas plenas que te abrazan.

En nuestras  “quedadas rosa” hemos crecido con cada zancada. Hemos visto el mundo a través de sus ojos.

¡Nuestras chicas rosa! ¡Nuestras chicas valientes, luchadoras, guerreras, incansables, admirables, encantadoras!

Estamos muy, muy, muy orgullosas de todas y cada una de vosotras.

Sois la risa que, lanzada al aire, alegra y da color a la vida.

“Para mí es un orgullo correr al lado de mujeres que, en el camino de la vida, han sido capaces de superar momentos difíciles. Es maravilloso hacer este camino junto a vosotras”. Estas son las palabras que una chica rosa ha dedicado a nuestras chicas más guerreras.

Mujeres valientes a las que un día las retó la vida, les lanzó un guante, las puso contra las cuerdas. Han sufrido, han gritado, se han desesperado, se han hundido. Pero, la vida no contó, NO, que son mujeres que caen, pero que saben levantarse. Que se ahogan, pero con rabia su cabeza logra encontrar la superficie. Que pierden el compás, pero encuentran raudas el ritmo para seguir “bailando”. Que, en un momento, perdieron el norte, pero ahí está su corazón para encauzarlo. Que han tocado fondo, pero saben beberse la vida a sorbitos o a grandes tragos. Que han llorado, derramado mares de lágrimas, pero son capaces de, con besos, hacer desparecer las suyas y las de sus chicos. Que, teniéndolo todo, en un segundo, solo sienten dolor, pero no se sabe qué o quién pinta una sonrisa en sus labios, una sonrisa dedicada por y para siempre a sus hijos, la esencia de la lucha.

Le han ganado el pulso a la vida. Le han devuelto el guante, pero, no solo eso, lo han hecho con amor y con una sonrisa. Y con gracia.

Hemos hecho un recorrido mítico, brillante.

Sentimos que algo nos espera a la vuelta de la siguiente curva.

Rocío Ruíz Muñoz

 

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